martes, 29 de marzo de 2011

¿Sin ninguna duda?

Parece que la nenorrona ya va mejor. Por lo menos está menos pegajosa y eso es una señal inequívoca de que se siente mejor. Cuando esta mala ni con la abuela se quiere ir. Ayer cuando vinieron a recogerla estaba tan contenta de ver a su "nanny" (la abuela inglesa) que me ignoró por completo. ¡Ah ingrata!


Me quedé en casa con la chiquita cantando a todo pulmón la canción de Astrid Hadad: "como si fuera un calcetín". ¿La han escuchado? esta buenísima esa rola y aunque nunca se la cantaría a un hombre, a mis nenorras lo hago con todo gusto: "como si fuera un calcetín me pisas todo el día en el suelo me traes arrastrada por tu amor."


Pero fuera de bromas, ahora sólo me queda esperar a que no haya más recaídas. Por si las dudas no pienso cancelar una cita con el pediatra que tengo en dos semanas. La verdad es que me gustaría saber o intuir que ya pasó el virus, pero no lo estoy.


¿Qué pasa con mi intuición femenina? La gente dirá lo que quiera, pero yo sé que existe la intuición. Les podría dar muchos ejemplos, pero creo que el más claro fue cuando el “ex-mariado” se encontró a una amante. Era rusa y se llamaba Irina. Eran colegas y sólo me bastó mirarla para saber que había algo entre ellos. ¿Se comportó de una manera extraña? No. ¿Era muy llamativa? Ni eso. Incluso era más fea que las demás colegas que me presentó ese mismo día. Sin embargo, yo lo supe inmediatamente.



Si soy tan buena intuyendo tantas cosas, ¿por qué no puedo saber con seguridad ciega que mi nenorrana está bien?



Es como si el poder sólo sirviera para captar cuando está enferma. Al GP alias "viejo-tarado-tengame-paciencia-que-no-he-dormido", siempre le digo: "mire, ya sé que la niña está comiendo, cagando y miando. Ya sé que no se ha desmayado, pero yo le aseguro con toda la seguridad que mi nenorra no está bien". (y el pleonasmo no lo uso en vano, ojo)



Ahora me gustaría llamarle y decirle: "pinche viejo, fíjese que ya no necesito ni de sus pinches consejos, ni de sus pinches cartas, ni de sus pinches exámenes, ni de sus pinches jetas, porque mi niña esta bien sanota". Pero claro, no estoy segura. Así es que mejor me quedo calladita, no? Y de todas maneras el "pinche" no se traduce muy bien.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Primavera, ¿ya llegaste?

Hace mucho que no escribo porque me aburre hablar de enfermedades. No quiero escribir más sobre los ojos tristes de mi nenonorra, que me parte el alma y me consume de angustia. Pero por ahora parece que no tengo respiro.

Cuando parecía que todo comenzaba a volver a la normalidad, la nenonorra (la grande) vuelve a tener una especie de resfrío. La noche la pasó fatal y para colmo me tocó llevarla a la clínica para que le sacaran sangre. La enfermera era una estúpida inepta que tuvo que picarla dos veces. Ni siquiera le puso la “crema mágica” para que le doliera menos.


Yo, igual de inepta, abrazaba a mi niña y trataba de cantarle para que se distrajera. Lo malo es que se me cortaba la voz porque no podía controlar las lágrimas. Al final tuve que salir corriendo de ahí porque casi agarro la aguja y se la clavo en los ojos a esa estúpida.


¿Por qué tengo tan mala suerte con los doctores y enfermeras? ¿Será que llamo a la mala suerte? Pero, por ahora, de nada sirve preguntarme esas cosas. Ahora a esperar los resultados y a esperar que la niña pase una mejor noche. Si no tendré que regresar nuevamente al médico para volver a pelearme.


“En mi país que ustedes consideran de tercer mundo a mi niña ya la hubiera visto un pediatra”, le dije enojadísima al GP la última vez. Sólo a regañadientes me han mandado a hacer las pruebas de sangre. ¿Creen que pondría a mi niña para que la picotearan nada más porque sí?


Pero tengo que controlarme, y sobretodo tengo que tener calma para no pasarle la angustia a las niñas. Por lo menos la chiquita va muy bien y hoy descubrí que le gusta mucho el aguacate. ¡Viva México!, pensé.


La verdad es que me gustaría escribir sobre estas cosas y no sobre enfermedades. Quiero contarles sobre como cantan las nenorras. Incluso me gustaría escribir de mocos, de poposotas y de los pedotes de mis bebitas.


Por eso, espero que la llegada de la primavera devuelva el brillo a los ojos de mi nenorrona, la grande, que dentro de poco será la pequeña. ¿Sabían que ya pesan lo mismo? Supuestamente tendría que pesar 14 kilos, y sólo llega a los 9 kilos. Por más que quiero tener humor y pensar en que yo se los podría transmitir por osmosis de lo más encantada del mundo, no puedo. Estoy preocupada y quiero regresar a la “aburrida normalidad”.

jueves, 17 de marzo de 2011

Como una eternidad

¿Recuerdan alguna vez a su madre enferma? ¿Verdad que no? Y es que no lo había pensado antes, pero eso de enfermarse está muy complicado.

Lo peor es que era de esperarse. Mientras las nenorras estuvieron enfermas comenzó a dolerme la cadera. No le presté mucha atención. El día que sentí que la grande había salido por fin del círculo vicioso fue cómo si mi cuerpo se diera permiso a caer y la espalda se me bloqueó.


Dentro de todo, prefiero mil veces enfermarme yo que mis niñas. Además tengo la suerte de tener una suegra maravillosa que se encargó de las nenorras mientras Mr. D podía organizarse para venir a mi ayuda. Pero es frustrante no poder curarse con una pastilla mágica.


El tratamiento es además muy poco realista: no te muevas y no levantes peso. ¿Cómo le explicas a un bebé que no puedes cargarla? Tan sólo espero que me recupere rápido, porque cada día que pasa me parece una eternidad.

miércoles, 9 de marzo de 2011

La tiranía de la convalecencia

Parece que ya ha pasado lo peor. Hoy en la tarde, tras tantos días de espera y preocupación, volvieron los ojos picaros de mi nenorrona (la grande). Ahora lo que me preocupan son sus dientes. Por alguna extraña razón se le rompieron sus dientes frontales, así es que no me queda de otra más que llevarla al dentista.

Espero que no sea algo muy grave porque no me imagino a mi niña sentada en la silla del dentista abriendo la boca.

Pero ya me preocuparé de eso mañana. Hoy quiero tomarme un pequeño respiro. Incluso la nenorra (chiquita) parece que está mejor de la tos y ha comenzado a gatear. Su cara de triunfo cuando logra desplazarse por la habitación es impagable.

jueves, 3 de marzo de 2011

Como pulpo capturando proyectiles


Mis nenorras siguen enfermas, pero por lo menos ya las vio un doctor en serio y eso me ha tranquilizado. Tuve que llevarlas al hospital. La nenorrona (la más grande) sigue con antibióticos y sigue durmiendo en mi cama. La verdad es que no sé cómo voy a lograr devolverla a su cuna.


Pero por ahora prefiero no preocuparme mucho por eso. Creo que este periodo de enfermedad ha reforzado la necesidad de dejarse llevar por la corriente y concentrarse en el día a día sin hacer ningún plan.


Para mi sorpresa, la estoy llevando mejor. Antes de dormir preparó todo para cambiar la cuna de mi nenorra (la chiquita de 6 meses) por si se vomita por la tos. La verdad es que ya lleva varias noches haciéndolo. La primera vez me agarró tan desprevenida que me cubrió de vomito. A las 3 de la mañana, la verdad es que no es agradable.


Ayer, cuando oí que venía otra crisis de tos, logré incluso capturar el “proyectil” con una toalla y así evité tener que despertarla más para cambiarla por completo. (Y no es una broma, cuando les digo que es un “proyectil” de vomito.)


Otro departamento en el que estoy logrando menos drama es en la toma de medicinas. Mi nenorrona es especialista en dejarse el jarabe en la boca para escupirlo en cuanto me descuido. No sé cómo pero he logrado convertirme en pulpo con suficientes manos para detener sus manos, abrirle la boca, e incluso capturar el líquido que se escurre.


Pese a estos “logros” sólo pienso en regresar a la normalidad. Ya no quiero ver los ojos tristes de mi niña cuando le llega la fiebre y no quiero tener que escuchar a mi pobre bebita sufriendo con la tos.

lunes, 28 de febrero de 2011

Un médico de confianza, ¿es mucho pedir?

Vaya inicio de semana. Mis nenorras están ambas enfermas, una más que la otra, pero es igual porque no me puedo clonar. Las noches son lo peor, ¿por qué será? Las horas nocturnas además pasan más lentamente que durante el día, ¿lo han notado?


Lo que llevo peor, sin embargo, no son las desveladas pero su llanto. Sé que de nada sirve que yo llore, al contrario, aún así no puedo evitarlo. Abrazo a mi niña a mitad de la noche y parece que enjuago sus lágrimas con las mías.



Todas nos levantamos con mal pie y yo no sé por dónde empezar. Tanta es mi desesperación que le llamo a la suegra a las 7 de la mañana para que venga a salvarme. Quisiera ser más fuerte y no desmoronarme. Pero los ojillos tristes de mis niñas me hacen un nudo en la garganta.



En estos momentos daría lo que fuera por tener un pediatra de confianza a quién llamar. Seguro que sufriría menos angustia si no tuviera que enfrentarme a un “GP” poco simpático que me trata como si fuera una tarada.



Me dan ganas de decirle que efectivamente soy una tarada y por lo tanto quiero que me explique qué es lo que tienen las niñas. También podría explicarme el por qué ha recetado a mi nenorra un anthihistamínico. ¿Desde cuándo mi niña es alérgica? ¿y alérgica a qué? ¿Por cuánto tiempo tengo que darle eso? O mejor aún, ¿por qué no me explica cómo un antihistamínico le va a quitar la fiebre a mi bebita?



Claro, para eso el dichoso “GP” no tiene tiempo. Sólo tiene tiempo para decirme que me preocupo demasiado. No le jode. Pinche viejo. ¿Acaso lleva él varias noches tratando de consolar a sus niñas que no mejoran?



Para colmo tiene el descaro de decirme que él las ve “bien”. Si ni siquiera le escuchó los pulmones, ni le revisó los oídos!



Por lo menos tengo una super suegra que no sólo ayuda, pero también pone las cosas en perspectiva. Y por lo menos puedo desahogarme en este blog. Pero tendré que incluir “un GP decente” en mi lista de deseos. Esto de no tener un médico de confianza para mis nenorras me va a matar de angustia. ( y miren que ni siquiera aspiro a un pediatra…. )

martes, 22 de febrero de 2011

Entre dientes y cronómetros

Mi nenorra (la chica) ha vuelto a las andadas y lleva noches que no me deja dormir. La buena noticia, sin embargo, es que hay una buena explicación: ayer le salió su primer diente. Es curioso sentirse orgullosa por el dientecillo de un bebé, pero cuando descubrí la puntita blanca fue como si me hubiera ganado un gran premio.

Por si acaso, decidí darle muchos besos en sus cachetotes divinos como antídoto al mal humor que me invade cuando llevo noches sin dormir. Pero tengo que admitir que por más buena voluntad que ponga al asunto, al final Mr. D termina pagando los platos rotos. Parece que mi paciencia esta intrínsecamente relacionada con las horas de sueño. Entre menos duermo, más malhumorada me siento.


Fue así que el domingo se me ocurrió la idea del “cronómetro”. Cualquier pareja que haya ido a encontrarse con amigos solteros y sin niños sabe que habrá que turnarse para cuidar a los bebés y más si ya han comenzado a caminar como mi nenorrona (la grande) que parece una escapista profesional. Pero ¿cómo asegurarse que se divide el tiempo por parejo? ¿Cómo asegurarse que no es la madre la que termina atragantándose la comida por cuidar a las criaturas?


Tan complacida estaba con mi plan, que hasta pensé que debería abrir un negocio de relojes de arena que vayan colgados a la carreola. Estoy segura que muchas madres sienten lo mismo que yo. Pero, la emoción me duro poco. ¿Qué pasa si al final mi percepción de tiempo está alterada y resulta que Mr. D pasa más tiempo correteando a las nenorronas que yo? Mejor no me arriesgo.

martes, 15 de febrero de 2011

Mi pequeña adolescente

Cuando voy por la calle se me ocurren mil ideas para escribir. Pero cuando estoy en casa me falta el tiempo y las ganas. Yo creo que sigo un poco “entumida” y por eso hoy que he tenido un buen día no voy a desaprovechar la oportunidad.

En el grupo de canto me encontré con varias madres buena onda. Últimamente había tenido mala suerte y continuamente me topaba con vacas. Soy nueva en el barrio y muchas veces me preguntaba si ese era el problema. En realidad creo que el problema es asistir a grupos de bebes con mi nenorrona que cumple 2 años el próximo mes.

No tengo mucha opción porque también tengo que incluir actividades para la nenorra de 6 meses, así es que intento combinar las cosas. Pero hasta ahora era toparme con una pared.

¿Cuál fue la diferencia? ¿Por qué hoy la actitud de las otras mujeres fueron menos hostiles? Yo pienso que fue suerte, no es posible que sólo haya vacas en este mundo, no? Pero, si soy super honesta, creo que la actitud de mi nenorrona “la adolescente” tuvo mucho que ver.

Creo que todos hemos escuchado el dicho de “los terrible dos” y temo decirles que es por algo que lo dicen. Mi dulce niña últimamente hace más travesuras que de costumbre. En el grupo de canto es muy divertida porque se para a bailar, pero hoy decidió convertirse en escapista profesional.

¡Parece imposible que con esas piernitas pueda correr tan rápido! Así es que ahí me tienen con una bebota en brazos tratando de perseguir a mi adolescente. Llego un momento que no podía más y para mi sorpresa la mujer junto a mí se ofreció a ayudarme.

No me dio ninguna lección de cómo ser una supermadre, ni me hablo de lo buena que ella era. Sólo me dio la mano en un momento que las mías no me alcanzaban. ¡Qué genial encontrar gente así!

Y es que cuando uno cree que ya tienes la situación controlada, surge algo: en este caso la necesidad de mi nenorrona de rebelarse contra su mami.

Claro, tengo que admitir que prefiero a que juegue a escaparse, incluso prefiero que me cierre las puertas de su cuarto, a la horrible travesura que me hizo hace unos días. Debido a que la nenorra chiquita estaba llorando mucho en el baño, decidí sacarla antes. Cuando regresé de ponerla en su cuna en aproximadamente 2 segundos, escucho a la nenorrona gritando “CACA”. Efectivamente, se hizo caca en la bañera. ¡Qué asco!

lunes, 14 de febrero de 2011

Cuestión de madera

Yo creo que hay mujeres que nacieron para ser madres y otras que definitivamente no tienen madera para serlo. Lo peor, es que no lo sabes hasta que no estás en esa posición.

Yo, aunque me duela admitirlo, no tengo la madera. Me cuesta trabajo olvidarme de mis “necesidades” para estar disponible a tiempo completo para mis niñas. Digo que son “necesidades” porque en estos meses, que ya van a hacer dos años, me he dado cuenta que no hay nada que no pueda posponer por el bien de mis nenorras.

La mayor parte del tiempo no es el fin del mundo: cancelar una cena, cancelar el gimnasio, tardar semanas en lugar de días en leer un libro. Como bien les decía nada del otro mundo.

Los que saben dicen que la cuestión es comenzar a poner límites y retomar tu propio espacio. Pero eso es más fácil decirlo que hacerlo. Me temo que tendré que tomar clases de mi nenorrona (la grande) que es experta en decir que “no”. Tan experta que las otras madres piensan que a la pobre la tengo amarrada en casa de tan bien que dice “no”. Si tan sólo pudieran ver mi casa, parece que ha pasado un huracán.

lunes, 7 de febrero de 2011

Baja maternal, ¿dónde es mejor?

No he escrito hace días. Estuve un poco entumida por lo que pasa en mi lugar de trabajo, donde habrá recortes de personal. Aunque esté de baja maternal, es difícil no estar pensar en la oficina o en mi futuro laboral.


Por ahora he decidido emular al avestruz. Las malas noticias, sin embargo, siempre me hacen recapacitar. ¿Saben cuál es uno de los paises con peores condiciones para una nueva madre? Nada menos que EE.UU.



Según un informe del 2010 de las Naciones Unidas, donde analizan la situación de las mujeres, incluso Burundi tiene una mejor baja maternal que EE.UU. El informe es muy interesante, pero si no quieren leerse todo vayan a la página 213, donde está un gráfico donde comparan todos los países.



Es así que si tienes la “suerte” de vivir y trabajar en EE.UU. sólo tienes derecho a 12 semanas de baja maternal, sin pago alguno. Ni un quinto. Nada.



La mayoría de los países latinoamericanos tienen también 3 meses de baja, pero con ayudas financieras. Yo no tengo la suerte de vivir en América Latina, pero si tengo la suerte de vivir en el Reino Unido donde tienes 12 meses de baja maternal.



¡¿Un año?! Si, un año, aunque sólo los tres primeros meses gozas de sueldo. Luego, hasta los 9 meses, el estado te paga una pequeña ayuda. Y los últimos 3 meses no te pagan nada, pero tienes la opción de regresar a trabajar antes si así lo decides.



Claro, no quiero comparar con Noruega o Suecia, pero no me quejo. Doy gracias a aquellos legisladores y legisladoras que se han preocupado por crear condiciones que protejan a las madres. Aquí, por ejemplo, la baja maternal se extendió en el 2007.



Parece una tontería, pero no lo es. Este tipo de “avances” sólo se logran en momentos en que la economía es buena. Ahora no sería posible ni soñar con mejores condiciones. A finales del año pasado, en la Unión Europea fracasó una propuesta para unificar las cosas entre los países miembros. ¿La razón? Es muy caro para las empresas y para los gobiernos.



Por eso, hay que aprovechar lo que se tiene. Es como mi amiga Andrea me recuerda cuando me quejo del frio de febrero: “busca las flores que comienzan a surgir en esta época del año, anunciando el final del invierno.” Y es verdad, si uno camina despacio, encuentras sin fin de pequeñas flores.

lunes, 24 de enero de 2011

El antónimo de compartir

El ver crecer a los bebes es alucinante. Todos los padres lo saben, pero es difícil compartirlo sin arriesgarte a parecer un papanatas, o sin crear inmediatamente una competencia entre las demás madres.


En cualquier reunión, basta con que una mencione orgullosamente que su niño ha comenzado a gatear (por poner un ejemplo) para que las demás comiencen a hacer una lista de las grandes hazañas de los suyos.



“Pues el mío se paraba de cabeza desde las 12 semanas!”, es una afirmación exagerada y estúpida, pero no imposible de escuchar cuando se inicia el círculo de comparaciones maternales.



Hasta cuando hablas de cosas “malas”, como el no dormir, hay competencia. Si una dice que su niño despierta tres veces durante la noche, no faltará aquella que asegure que la suya se despierta cada dos horas. (Esa soy yo, por si acaso)



Pero, no porque todos los bebes pasen por las mismas etapas, deja de ser alucinante lo que hacen. ¿O sí?



Una de las lecciones de la maternidad es definitivamente aprender a callar. No es lo mismo decir en una cena: “Cuando subí el Aconcagua bla,bla, bla” que “mi niña ayer giro en su barriguita como una reloj”.



Por alguna razón, el hablar del Aconcagua es “divertido e interesante”, mientras que hablar de tu niña es “monótono y aburrido”.



Pero ¿saben?, no me importa mucho porque el sentimiento que da ver crecer a tus hijos es tan grande y maravilloso que compensa lo demás. ¡No hace falta ni siquiera compartirlo!



Aunque, tengo que admitirlo, yo no resisto llamarle a Mr. D y a los abuelos para contarles las hazañas de mis nenorras. Con ellos, hasta puedo darme el lujo de presumir de los pedos de mis niñas.

martes, 18 de enero de 2011

Una madre canica

Me duele el cuerpo y estoy feliz. Hace mucho tiempo que no me daba una paliza en el gimnasio. O estaba embarazada o recién parida o simplemente no tenía tiempo.


Hoy tras muchos intentos, lo logré: me pasé 4 horas en el gimnasio. Tengo que admitir que dejar a mis nenorras fue un placer. Lo siento, yo sé que no se deben admitir estas cosas pero es la verdad.

La grandesita ahora se porta mejor, pero la que no me da un respiro es la más chiquita. Lleva una semana de llorar por todo y yo estoy hasta las canicas.

Espero que sea una etapa. Ya casi cumple los 6 meses y quizá sean los dientes. Pero, mientras tanto, yo he tenido que modificar mis planes varias veces para llevarla al doctor porque no comprendo tantas lágrimas.

Los doctores me dicen que no es nada y claro que agradezco que así sea, pero esta etapa de chilladera está sacando a relucir muchos fantasmas.

En primer lugar resiento no tener control de mi tiempo. Es como si ya no dependiera nada de mí, sino de las niñas.

El otro gran fantasma, o más bien cuestionamiento, se trata más bien del futuro.

¿En qué tipo de madre me convertiré? Mi preocupación aumenta cuando leo los artículos que ha publicado recientemente la prensa inglesa sobre el libro de Amy Chua, "Battle Hymn of the Tiger Mother" ("Himno de Batalla de una Madre Tigre"). La escritora defiende y comparte su manera de educar a sus hijas. Su método es bastante cuestionable, aunque ella defiende que esa es la mejor manera de lograr que tus hijos tengan éxito en sus vidas.

En lo que a mí respecta, ODIO las etiquetas y me pone nerviosa esa manera de imponer ciertos ideales. De todos modos, ¿cómo llamaría la señora Chua a las madres como yo? ¿Canicas?

jueves, 13 de enero de 2011

Consternada con la 3ra dimensión

Por fin logré ir al gimnasio. Llegué contentísima a la clase. Una hora para mi solita y solo para mí, pensaba con alegría. De repente, y tal como cantaba Emmanuel, todo se derrumbó. Me vi reflejada en el espejo del gimnasio en tercera dimensión.


Será por flojera o por “valemadrismo”, pero en casa sólo hay un espejo de cuerpo completo y está casi escondido. Creo que sólo me veo reflejada en el horno de la casa. Por eso la sorpresa fue mayor. Ni siquiera las fotos del bautizo de mi nenorra me habían preparado para tal espectáculo. Pero, ¿cómo, engordé tanto en dos semanas? No. Simplemente no me había visto en profundidad (y no lo digo en sentido figurado).


¿Saben que es lo peor? Que me dio risa y hambre a la vez. Definitivamente me tendré que coser la boca.

lunes, 10 de enero de 2011

Tres tristes vacas

Hoy lunes amanecí un poco derrotada. Si bien mi nenorra está durmiendo mejor, no logro que pase más de 3 horas sin despertar. Tampoco logro que tome su siesta en su cuna. Así es que no veo el fin del túnel.

A mi obsesión de dormir se ha agregado la obsesión por los kilos. Traigo 10 kilos de más. Algunas afortunadas los pierden cuando dan el pecho, pero hay algunas desgraciadas como yo que no perdemos ni un gramo.


Antes de finalizar el año comencé a ir al gimnasio. Bueno, más bien me inscribí a uno, porque siempre se me atravesó alguna enfermedad o compromiso cuando tenía previsto ir. La semana pasada logré ir una vez y el entrenador me dijo muy claramente: “mientras no duermas, será muy difícil que bajes de peso”.


Como verán estoy lista. Pese a todo, decidí no dejarme achicopalar y decidí ir a comer con mis nenorras a una cafetería que está cerca de casa. Parece que exagero, pero salir sola con las dos niñas a un restaurante en Londres no es nada fácil. Incluso entrar con la doble carreola puede ser un dolor de cabeza.


Este lugar, sin embargo, es de los mejores para ir con niños. Cuando llegue había tres mujeres con niños de la edad de mi nenorrona grande. A pesar que habían ocupado todo el espacio para los cochecitos, ninguna de ellas movió un dedo para ayudarme a acomodar mi doble carreola.


Ya estoy acostumbrada a la poca solidaridad de los londinenses, así es que me acomodé como pude, saque a las niñas y me senté en una mesa donde no estorbara mucho a los demás comensales. El episodio no hubiera pasado a más sino es porque al salir una de ellas me miro como diciendo: “¿que no vas a mover tu carreola?”.


Yo la mire con mi nenorra en brazos como diciéndole: “!¿Acaso tu moviste un dedo cuando yo llegue?!”. Cuando por fin se fueron se me subió la rabia a la cabeza. Pinches vacas. ¡¿Qué podemos esperar si ni siquiera otras madres son solidarias?! En fin. Vaya comienzo de semana.

jueves, 6 de enero de 2011

Tengo miedo que sea de noche

Tengo miedo que sea de noche. En realidad tengo miedo que mi angelito se convierta en monstruo otra vez. Ayer no dejo de llorar y la verdad es que nunca descubrí la razón de tanto llanto. Nunca tuvo fiebre y en la mañana estaba como si nada y más fresca que una lechuga.

La que está como uva disecada soy yo. Traigo una resaca como si me hubiera tomado una botella de tequila. Claro que no he tomado nada, pero las ganas no me faltan.


A eso de las 4 de la mañana, ya medio sorda y hasta las canicas de tanto llanto tuve que llamar a Mr D para que me ayudara. Lo único bueno es que estos episodios son muy raros. La nenorra nunca ha dormido bien, y tiende a despertar cada 2 horas, pero usualmente se vuelve a dormir rápidamente.


Ese ritmo (de despertar cada dos horas) me parece atroz, pero nada comparado con tener a un bebé que no para de llorar. Aquí en Inglaterra existe incluso una asociación de padres que ofrecen ayuda. Se llama Cry-sis. ¡Qué nombre tan apropiado! Yo espero no tener que llamarlos.

martes, 4 de enero de 2011

¿Fin de la esclavitud?

El dar el pecho te convierte en una esclava. Así de contundente fue mi respuesta a la pregunta de Vero, una estudiante que está haciendo su tesis sobre porque las madres deciden amamantar o no.

¿Cómo así?, me preguntó sorprendida. En primer lugar sólo tú puedes hacerlo y sólo tú te tendrás que levantar cada dos horas durante la noche. Durante el día, a menos que te pongas a sacarte leche como vaca, no tienes más opción que estar dando pecho sin importar que estés en la calle. Esto significa que te conviertes en una esclava lechera, concluí.


Ante esta drástica opinión Vero pensó que yo le daría biberón a mi nenorra. No, la corregí. Yo le voy a dar pecho porque es lo mejor para ella.


¿Se imaginan la cara que me puso la pobre, no? Pero yo no lo veía como una contradicción. Dar el pecho es tan maravilloso como dicen las matronas, pero también tiene sus desventajas y yo no estaba dispuesta a callarlas.


Por eso, ahora que mi nenorra ha comenzado a tomar biberón estoy tan alterada. A ella parece gustarle más el biberón y no pone ningún reparo. Es más, hay veces que sólo quiere biberón.


Lo lógico sería que este contenta, ¿no? Por ejemplo, puedo salir sola y dejarla con mi suegra sin el temor de que comience a llorar. Mr. D puede darle de comer durante la noche y así turnarnos. Dentro de poco incluso podré ir al cine o podré salir una noche de parranda y tomar todo lo que yo quiera.


Pero el sentimiento de “libertad” no ha logrado acallar la tristeza. Mi niña ya no me necesita.


Les prometo que NUNCA pensé que me sentiría así. Es ridículo porque ahora no puedo parar de llorar al pensar que mi bebe está creciendo y pronto ya no olerá a bebe.


¿Qué patética, verdad?

lunes, 3 de enero de 2011

Con mente positiva

¿Pero, de qué nos quejábamos?, me comentó un amigo cuando recuerda lo “fácil” que era tener sólo un crio. Eso me hizo pensar en la pareja que conocí en el aeropuerto de Monterrey. ¡Ellos viajaban con 5 niños y uno en brazos! ¿Se imaginan? Cuando los vi, hasta me sentí ridícula por quejarme por tener que viajar con dos bebés.

Pero no me quejo en balde. Con una, pues siempre había algún descanso. El sábado se levantaba Mr. D y yo podía dormir. ¡Incluso podía darme el lujo de tener días libres! Logré ir a unas clases de pinturas los sábados y algún domingo me escape con Jana al spa.


También tuve noches libres. Sin ir más lejos, cuando fui a Monterrey con la primera nenorrona, por ejemplo, mi madre se quedó con ella y yo dormí como una reina. Esta vez, con dos, pues no se pudo por qué mí me tocó cuidar a una. Si hacemos las cuentas, yo no he tenido ni una noche completa de sueño desde que nació la segunda nenorra, hace más de 5 meses.


Pero bien dice el dicho que no hay mal que por bien no venga. Cuando no logró dormir porque me han espantado el sueño me pongo a escuchar la radio y hay programas fenomenales. Mi amigo Martin me recomendó los mejores: The Moth y American Life. Si no los han escuchado se los recomiendo. Y ahora al comenzar el año descubrí otro más que es perfecto para escucharlo a las tres de la mañana: Movie Date. El programa me encantó y eso que hace más de 5 meses que no voy al cine. Tampoco he logrado leer y aún así me encanta el "World Book Club".


Así es que, si lo pienso bien, esto de no dormir tiene su lado positivo. En medio de mi crisis de identidad puedo asegurar que la radio me sigue fascinando. Y no sólo he logrado escuchar todos los documentales de la BBC (algunos son extraordinariamente buenos), he descubierto además otros programas.


¡Ahora sólo falta ver cuántos días logro mantener mi propósito del año de ser más positiva y menos quejumbrosa!