jueves, 13 de enero de 2011

Consternada con la 3ra dimensión

Por fin logré ir al gimnasio. Llegué contentísima a la clase. Una hora para mi solita y solo para mí, pensaba con alegría. De repente, y tal como cantaba Emmanuel, todo se derrumbó. Me vi reflejada en el espejo del gimnasio en tercera dimensión.


Será por flojera o por “valemadrismo”, pero en casa sólo hay un espejo de cuerpo completo y está casi escondido. Creo que sólo me veo reflejada en el horno de la casa. Por eso la sorpresa fue mayor. Ni siquiera las fotos del bautizo de mi nenorra me habían preparado para tal espectáculo. Pero, ¿cómo, engordé tanto en dos semanas? No. Simplemente no me había visto en profundidad (y no lo digo en sentido figurado).


¿Saben que es lo peor? Que me dio risa y hambre a la vez. Definitivamente me tendré que coser la boca.

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