Por una parte, lo prefiero, porque cuando uno es madre primeriza pareciera que trae un cartel colgado en la frente que dice: “por favor, dígame su opinión y no se corte ni un pelo”. Tuve que escuchar cada cosa que me dejaba pálida, algunas veces de rabia y otras de vergüenza.
Pero, algunas veces tenían razón: es verdad que crecen muy rápido. Hoy estuve organizando mis fotos y me puse un poco triste. Mi nenorra más grande ya comienza a balbucear y dentro de poco ya no necesitará a su traductora preferida. Creo que pronto dejara su cuna y por más que me alegro que crezca bien y sea independiente, hay una parte mía que quiere llorar.
Recuerdo como si fuera ayer cuando cambié su primer pañal, a través de las aperturas de la incubadora. Era tan chiquita, y ahora es una “muchachona”. Con mi segunda bebé, el cambiar los pañales fue más fácil, pero me temo que crece igual de rápido y pronto dejará de hacer “gü-gü”.
Definitivamente, esto de ser madre no es fácil. Incluso los progresos de tus niños duelen. ¡En fin!
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