lunes, 29 de noviembre de 2010

Lo quiero todo

La primera vez que fui a Ámsterdam, hacía tanto frio que los canales estaban congelados. Por suerte me estaba quedando en casa de unos amigos que tenían entre sus curiosidades un gorro ruso, de esos enormes que salen en las películas. Me puse el dichoso gorro y así estuve calientita, aunque no faltó algún holandés que se bajara de su bici para reírse a carcajadas por mi ridícula vestimenta.

Ahora que llegó el frio a Londres, no he cambiado y como diríamos en México, solo me falta colgarme un molcajete en la cabeza. No puedo evitarlo, tengo frio. Mr D. solo me mira cuando salimos a la calle con una sonrisa. Seguro que piensa que no es para tanto, aunque no estoy tan segura que le cause la misma gracia cuando envuelvo a las niñas como tamales.

El con solo una chaqueta y nosotras con miles de gorras, guantes y todo lo que se les pueda ocurrir. Por eso me acuerdo muy seguido de mi padre y su típico comentario que hacía cuando nos teníamos que poner un sweater aunque estuviera templado: “es la madre que tiene frio”.

Mientras espero el tren me pongo a pensar que ahora que las niñas vayan a la escuela tendré que tener más cuidado con mi vestimenta. No vayan a decirle a una de mis nenorras: “¿aquella señora del gorro ridículo es tu mamá?!”

Aunque dejarlas en rídiculo, no es mi única preocupación. ¿Estaré mal acostumbrando a mis niñas? ¿Debería llevarlas como los demás niños ingleses que van tan felices con poca ropa? ¿Cuál es el límite para no marcarlas con mi frio, ósea con mis diferencias culturales?

Hoy es por el clima, pero mañana será por la comida, y otros días serán por otras cosas. Yo tengo mis costumbres y quiero que ellas las aprendan y las respeten, pero no quiero que las marquen. No sé si me explico: no quiero que sufran en la escuela por ser distintas a los demás, pero también quiero que puedan compartir conmigo unos Sabritones con mucho limón. O, ¿qué tal unos miguleitos con cacahuates japoneses?

¿Es que pido demasiado?

miércoles, 24 de noviembre de 2010

En un suspiro

“Aprovéchala porque crecen muy rápido”. Esto siempre me lo decían las señoras que se acercaban a ver a mi primera beba. Ahora que tengo dos, ya no tengo tiempo ni de conversar, así es que recibo menos consejos.


Por una parte, lo prefiero, porque cuando uno es madre primeriza pareciera que trae un cartel colgado en la frente que dice: “por favor, dígame su opinión y no se corte ni un pelo”. Tuve que escuchar cada cosa que me dejaba pálida, algunas veces de rabia y otras de vergüenza.



Pero, algunas veces tenían razón: es verdad que crecen muy rápido. Hoy estuve organizando mis fotos y me puse un poco triste. Mi nenorra más grande ya comienza a balbucear y dentro de poco ya no necesitará a su traductora preferida. Creo que pronto dejara su cuna y por más que me alegro que crezca bien y sea independiente, hay una parte mía que quiere llorar.



Recuerdo como si fuera ayer cuando cambié su primer pañal, a través de las aperturas de la incubadora. Era tan chiquita, y ahora es una “muchachona”. Con mi segunda bebé, el cambiar los pañales fue más fácil, pero me temo que crece igual de rápido y pronto dejará de hacer “gü-gü”.



Definitivamente, esto de ser madre no es fácil. Incluso los progresos de tus niños duelen. ¡En fin!

jueves, 18 de noviembre de 2010

Con sólo una mirada

Gambatte” es mi palabra favorita en japonés. No tiene un significado directo en español, pero es como decir “échale ganas”.

En estos días pienso en esta palabra muy a seguido, sobre todo cuando me encuentro a otras madres empujando carritos dobles. Parece que con la mirada y una sonrisa nos decimos todo: lo mal que hemos dormido, las ganas de leer un libro tranquilas o simplemente tomar una ducha de más de cinco minutos.


El verlas me hace sentir mejor. Lo curioso es que nunca antes había visto tantas carreolas dobles, ni tampoco me había puesto a pensar en la complicación de tener dos niñas tan pequeñas al mismo tiempo.

Tengo que admitir que lo mismo me pasó cuando estuve embarazada. !En todas las esquinas veía a otras embarazadas! No cabe duda que no hay nada como vivir una experiencia en carne propia para entender lo que se siente.


Aunque, pensándolo bien, hay experiencias que sería mejor no pasarlas. Tal como comentó una madre en un el grupo de juego en la biblioteca municipal: es difícil tener un bebe prematuro porque uno tiende a sobreprotegerlos.


Ambas tuvimos preeclampsia grave. Yo tuve suerte porque lograron salvar a mi beba. Ella no tuvo esa suerte. Su niño murió. Ahora, tras otro difícil embarazo, logró tener una niña, aunque es prematura igual que mi primera bebita.


Mientras miramos a las niñas aplaudir al son de la música, nos sonreímos. No hace falta más para compartir este momento mágico. Pese a nuestros temores y los malos tiempos, frente a nosotras tenemos a dos niñas sanas, felices y hermosas. ¿A poco no vale la pena echarle ganas?

lunes, 15 de noviembre de 2010

¿Es posible olvidar los pañales?

Siempre me pareció curioso que mi hermano hablara con tanta soltura de las “poposonas” de mi sobrina. ¿Y qué tal de los distintos colores de pañales que surgen en una conversación entre madres?

Ahora que pertenezco a este grupo, entiendo perfectamente el orgullo que puede causar el hecho que tu niña vaya solita al baño y ya sé que no tienes que salir corriendo al médico si tu bebé hace una especie de mezcla verde radioactivo.


¡Lo que me sorprende ahora, sin embargo, es que se me puedan olvidar los pañales cuando voy al supermercado! ¿Lo pueden creer? Todo el día hablando de pañales y se me olvidan en el momento crucial. Por eso tengo que escribir todo lo que tengo que hacer. He llegado al extremo de escribir en mi agenda “sacar la basura”.


Y como es lunes, la lista de cosas por hacer es enorme, así es que aquí la corto. ¡Que tengan un buen inicio de semana!

viernes, 12 de noviembre de 2010

Profesión: MADRE

Hoy bañe a las niñas yo sola y por primera vez no hubo dramas ni grandes chillidos. Es un gran triunfo y me siento feliz. Por fin veo la luz al final del túnel.

Y es que esto de ser madre es mucho más difícil de lo que nunca pensé. Mis amigas, siempre generosas, me dicen que es normal sentirme agobiada porque las dos son muy chicas. Pero yo les juro que hay días que me pregunto si podre hacerlo bien. Eso nunca me paso con mi trabajo.


Lo peor es que uno hace lo mejor que puede, pero, ¿es suficiente? Esa es la gran pregunta.


Todas estas dificultades me hacen pensar en mi madre. ¿Cómo le hizo? Ella era mucho más joven que yo cuando tuvo sus dos criaturas, pero aún así no pudo ser fácil. Mi padre, por si fuera poco, nunca cambió un pañal.


Pero, ¿saben que es lo peor?


Lo peor es que yo pensaba que mi madre no tenía profesión. Yo pensaba -- como muchos misóginos e ignorantes-- que las amas de casa no hacen nada. ¡¿Nada?! ¡Qué equivocada que estaba!


Sólo he visto a una mujer, Susan, que ponía con orgullo “home maker” cuando le preguntaban su profesión. La traducción sería como una “creadora de hogar” que es lo mismo que mi madre cuando ponía “ama de casa”. La gran diferencia es que Susan lo escribió con orgullo mientras que mi madre, como la mayoría de mujeres que conozco, lo escribió con vergüenza.


Cuando pienso eso me preguntó si no vivo en el mundo al revés. Cualquiera que haya cuidado bebes sabe que es más fácil ir a la oficina que quedarse en casa, donde no tienes ni un momento de descanso. Incluso tomarse un café es un triunfo.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

¿Un poco de sentido común?

La noticia ya es vieja, pero leí hace poco en la BBC que en Indonesia van a imponer una ley para obligar a las madres a amamantar a sus hijos. Me parece absurda la ley. Aunque yo doy pecho a mi niña, no creo que nadie debe obligar a las madres a hacerlo.

No conozco los detalles de la dichosa ley, pero me recordó un comentario de mi cuñada, alias “Madre Perfecta”: “lo peor que puedes hacer es darle fórmula a tu bebe”. Al escucharla tuve que contenerme para no darle una bofetada por estúpida e ignorante.

¿Cómo puedes decir una cosa así, sin saber las circunstancias por las que una madre toma la decisión de dar o no pecho? ¿Cómo sabe ella si la madre tuvo problemas de salud? ¿O que si la madre tuvo que regresar a trabajar inmediatamente?



Definitivamente el tema enciende pasiones. Aquí en Inglaterra está de moda dar pecho. Mi suegra me cuenta que cuando ella tuvo los suyos, la moda era dar fórmula.

Se ha llegado a tal extremo que muchas mujeres prefieren mentir para no ser criticadas.

Personalmente, yo no estaba convencida de dar pecho. Lo hice por las circunstancias en que nació mi hija. Era tan chiquita que parecía que se iba a romper. Una noche que fui a verla en la incubadora, la enfermera me dijo que lo mejor que podía hacer era darle mi leche. Así es que contra viento y marea me puse de vaca.

No voy a entrar en detalles sobre la “esclavitud lechera”, pero les aseguro que conectarse a las máquinas “sacaleche” es muy doloroso y más si son las profesionales que usan en el hospital.

Lo hice por más de 3 meses hasta que mi niña tuvo la fuerza suficiente para chupar por sí misma. Pero yo no espero que otras mujeres lo hagan y me gustaría que no hubiera tanta presión. Me tocó ver en el hospital a madres desoladas tratando de sacar cada gota de leche con lágrimas en los ojos porque sus pechos no daban más. ¿No deberíamos de tener un poco más de sentido común y menos leyes?

domingo, 7 de noviembre de 2010

Quiero que Bush sea mi niñera

Por más extraño que parezca, ayer en la noche pensé que George W. Bush debería ser mi niñera por las noches, así aprendería que no dormir es una tortura.

Mi gordita de 3 meses ha decidido que quiere comer cada dos horas en la noche. Pensé que sería una etapa pasajera, pero ya llevamos más de una semana así y no parece que vaya a mejorar. Mientras tanto yo y mi memoria están cada vez peor. Dentro de poco no sabré ni mi nombre.


No hay nada mejor que vivir en carne propia los estragos que hace el no dormir. Mi primera niña fue prematura y eso si que fue una larga batalla para que lograra dormir por más de tres horas seguidas.


Siempre me pregunté: ¿cómo es posible que una madre tenga depresión cuando tiene un recién nacido en sus brazos? Pues muy sencillo: al cambio de vida tremendo que tienes que hacer, súmale el no dormir y tienes la respuesta.


Espero que esta vez la batalla sea menos dura que con la primera, porque no se me da bien la receta de “dejarla llorar” hasta que se duerma. No creo que a ninguna madre se le dé bien esa receta. Si el llanto de un bebé ajeno es molesto, el llanto del propio es como si te taladraran el cerebro.


Por eso me temo que seguiré durmiendo mal hasta que me arme de valor para implementar la técnica de “niño duérmete”. Hay muchos detractores de este método, pero me lo recomendaron varias amigas y fue lo único que funcionó con mi primera niña. No se trata simplemente de dejarlos llorar, así es que no hay que juzgar hasta intentarlo. Eso sí, uno tiene que estar preparada para implementarlo y aún no lo estoy. Por eso, tan sólo espero que no se me olviden las llaves dentro de casa o salir con zapatos distintos. !Todo es posible!